El complejo de Bulo Bulo alcanzó cifras récord de producción, fortalece la seguridad alimentaria y se convierte en motor económico con impacto en el mercado interno y en la exportación regional.
El país celebra un nuevo hito industrial con la Planta de Amoniaco y Urea “Marcelo Quiroga Santa Cruz”, administrada por Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). Entre enero y agosto de 2025, la factoría registró 384.848 toneladas métricas (TM) de urea granulada, superando en un 20% los resultados del mismo periodo de 2024, cuando se alcanzaron 320.802 TM.
Marco Antonio Rocabado, gerente de Industrialización de YPFB, explicó que la eficiencia lograda responde al trabajo planificado y al compromiso de los equipos técnicos. “Cada día se consolidan las condiciones operativas de la planta, y estos niveles de producción reflejan el esfuerzo colectivo”, sostuvo.
Producción récord en un solo mes
El mayor logro de este año se registró en julio, con una producción de 59.327 TM, cifra nunca antes alcanzada en la historia de la instalación. Paralelamente, en los primeros ocho meses se generaron 218.068 TM de amoniaco, insumo indispensable en la cadena petroquímica, lo que demuestra la estabilidad alcanzada en los procesos.
Plan de mantenimiento para el futuro
El complejo se prepara para nuevos desafíos. Con miras a sostener este ritmo, YPFB puso en marcha un plan de operación y mantenimiento que se extenderá hasta 2026. La estrategia busca no solo mantener la curva ascendente, sino también mejorar los indicadores históricos, garantizando que la planta se convierta en un pilar de la industrialización boliviana.
La paralización que sufrió la factoría en 2020 y 2021 es hoy un recuerdo lejano. Tras su reactivación en septiembre de 2021, el trabajo constante permitió restablecer la funcionalidad de los sistemas y recuperar la confianza en la capacidad productiva.
Impacto directo en el agro
El abastecimiento de urea nacional tiene un efecto inmediato en la seguridad alimentaria. Actualmente, el 99.99% del mercado interno se cubre con la producción local, lo que prácticamente eliminó la necesidad de importar fertilizantes.
Los agricultores de Santa Cruz, Cochabamba, La Paz y Tarija son los principales beneficiarios de este logro. Disponer de urea a precios competitivos y con un suministro seguro significa estabilidad en sus campañas agrícolas y mayor previsibilidad en la planificación de cultivos. Para los pequeños productores, la certeza de contar con fertilizante nacional representa una oportunidad para mejorar rendimientos y sostener su economía familiar.
Exportación y generación de divisas
El impacto de la planta trasciende las fronteras nacionales. El excedente de producción se dirige a países vecinos como Brasil y Argentina, generando divisas que fortalecen la economía. Con ello, Bolivia no solo asegura su soberanía en insumos estratégicos, sino que se convierte en un actor importante en el mercado regional de fertilizantes.
Rocabado subrayó que, en este año del Bicentenario, la meta de YPFB es superar ampliamente el récord de 2024, consolidando a Bolivia como proveedor confiable y competitivo.
Símbolo de resiliencia industrial
El complejo de Bulo Bulo es hoy un emblema de la capacidad del país para sobreponerse a las dificultades. Lo que en 2020 fue una planta paralizada, hoy es un motor económico y productivo. Para las familias agricultoras, significa tranquilidad; para el Estado, un ingreso valioso; y para el país, un motivo de orgullo en plena conmemoración de sus 200 años de independencia.
