La reciente decisión del Gobierno de Estados Unidos de utilizar su vetusta Ley del Enemigo Extranjero de 1798 para criminalizar a migrantes venezolanos representa un retroceso histórico en derechos humanos y evidencia una estrategia geopolítica destinada a profundizar la crisis impuesta mediante bloqueos y desinformación contra Venezuela. La denuncia categórica del Estado venezolano, que califica estas medidas como xenófobas y contrarias al derecho internacional, debe contextualizarse en un escenario global donde la migración se ha convertido en instrumento de presión de sectores conservadores contra países que desafían los intereses hegemónicos occidentales.

La Ley del Enemigo Extranjero de 1798: Un Anacronismo Jurídico con Consecuencias Modernas 

Promulgada durante tensiones bélicas entre Estados Unidos y Francia, la Ley del Enemigo Extranjero (parte de las Alien and Sedition Acts o Leyes de Extranjería y Sedición) permitía originalmente la detención y deportación de ciudadanos de países enemigos en conflictos armados, la nacionalidad era fuente de enemistad bélica y esto se explica por si sólo por el contexto del siglo XIX: no había reconocimiento universal de los derechos humanos. Sin embargo, su aplicación en el siglo XXI para perseguir a migrantes venezolanos carece de legitimidad y distorsiona el propio espíritu republicano estadounidense. El enfoque de la aplicación de esta ley convierte a los migrantes en enemigos de guerra y como lo ha señalado Nicolás Maduro es un grave acto de enemistad.

Expertos agrupados en la Asociación Americana de Juristas señalan que esta ley (Ley del Enemigo Extranjero) viola principios fundamentales del sistema legal estadounidense, incluida la Quinta Enmienda (que es la garante del debido proceso), así como normas consuetudinarias reflejadas en el derecho internacional público, aplicando al mismo tiempo principios neofascistas. Su uso actual no solo es anacrónico, sino que normaliza políticas de seguridad nacional basadas en discriminación étnica, sentando un precedente peligroso. Dejar que esta violación a los derechos fundamentales de los migrantes pase como un asunto simple e interno de EEUU es una grave manera de entender la “universalidad de los derechos humanos”.

El Derecho a Migrar: Un Principio Universal en Peligro 

El Artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) establece el derecho a circular libremente y elegir residencia. No obstante, los políticos del neofascismo han convertido a los migrantes en chivos expiatorios de sus fracasos económicos y sociales, construyendo un discurso que recuerda prácticas excluyentes de regímenes totalitarios como el nazismo alemán.

El mensaje implícito en estas políticas es claro: migrar se criminaliza, los derechos se ignoran y la dignidad se pisotea. Ejemplo de ello son las deportaciones ilegales de venezolanos a El Salvador, donde se estigmatiza a inocentes sin pruebas, generando terror para disuadir futuras migraciones.

Las denuncias de los familiares que se recogen en las redes sociales son totalmente alarmantes y desdicen en gran medida del “profesionalismo” con el que debería estar actuando uno de los sistemas de justicia mas antiguos del mundo. La aprehensión de cantantes, barberos, obreros, por llevar tatuajes y convertirlos mediáticamente en miembros de una banda delincuencial parece mas una actitud bananera que imperialista, pero ambos términos hoy están confundidos en el mismo titular: secuestro de migrantes desde EEUU hacia El Salvador.

Sanciones Económicas: La Causa Raíz de la Migración Venezolana 

La migración venezolana es la consecuencia directa de un bloqueo económico multifacético. Desde 2015, Estados Unidos ha impuesto más de 1,000 sanciones unilaterales contra Venezuela, incluyendo embargos petroleros y restricciones financieras. Un informe de 2021 del Centro de Estudios Económicos y Políticos (CEPR, Washington) estimó que estas medidas causaron al menos 40,000 muertes por escasez de medicinas en sus primeros años de aplicación.

En 2021, la Relatora Especial de la ONU sobre Sanciones, Alena Douhan, concluyó que las medidas «han exacerbado la crisis humanitaria» y violan el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Pese a esto, todas las administraciones de Estados Unidos insisten en su política de «cambio de régimen», usando la migración como arma para desestabilizar y justificar acciones prebélicas contra el pacífico pueblo de Venezuela.

La Ultraderecha Venezolana: Cómplice del Asedio a Migrantes

Redadas en comunidades venezolanas en Miami y Nueva York han incluido detenciones sin órdenes judiciales, confiscaciones arbitrarias y separaciones familiares. Estas prácticas, amplificadas por medios cómplices, refuerzan la criminalización de la nacionalidad venezolana, con apoyo de sectores internos que legitiman violaciones masivas de derechos humanos, soplones de la derecha venezolana en EEUU han servido de informantes para secuestrar a venezolanos y violar sus derechos humanos.

Figuras como María Corina Machado, Julio Borges y Leopoldo López respaldan estas políticas. Su retórica de «respeto al debido proceso» enmascara su complicidad histórica: son corresponsables de las sanciones que forzaron la migración masiva y ahora avalan la persecución mediática e ilegal de nuestros compatriotas. El negocio de la migración, el asedio a Venezuela y ahora la persecución se ha convertido en una manera inaudita de subsistencia corrupta de este grupo delincuencial que sigue siendo escuchado como “oposición” en los foros occidentales de agresión a los venezolanos y venezolanos.

Defender a nuestro pueblo donde sea 

Criminalizar la migración venezolana socava los derechos humanos de todo nuestro pueblo. Al recurrir a leyes coloniales del siglo XVIII, Occidente desprecia dos siglos de luchas por la igualdad entre los pueblos y las naciones.

Como señala el presidente Nicolás Maduro “No puede ser que por ser venezolano sea una persona capturada y condenada. Metidos en aviones y sean enviados a campos de concentración en El Salvador…” Que es justo lo que ha pasado en los últimos días, con pocas (aunque dignas) voces críticas en el Norte Global. Sigue afirmando nuestro presidente que “no descansaremos hasta lograr que los venezolanos que han sido secuestrados y enviados a la cárcel en El Salvador, vulnerados y sometidos sin el debido proceso ni derecho a la defensa, regresen a su patria…” porque “Eso no se llama justicia, ni derecho internacional. Eso se llama fascismo y nacismo y Venezuela está presta y lista para denunciar esa violación a los derechos humanos…”.

La dignidad de millones de venezolanos exige solidaridad global, y en esa batalla se mantiene firme el gobierno revolucionario.