Algunos jugadores de Países Bajos no habían nacido en 2000, cuando Países Bajos superó su última eliminatoria en una Eurocopa y la mayoría eran niños. Por eso, la victoria contundente ante Rumanía no solo supone pasar a cuartos de final -como si no fuera importante- sino que además mitiga una racha que ya cobraba tintes de maldición. Gakpo -gol y asistencia- y Malen -doblete- dieron la razón a Koeman, cuestionado en los últimos días por sus críticas a algunos jugadores tras la derrota ante Austria. Rumanía tuvo el efecto efervescente de otras veces. En cuanto se acabó la espuma, perdió sus facultades y se fue para casa.
Al principio pareció que Países Bajos no se había recuperado de la abulia que lo condenó ante Austria en último encuentro de la fase de grupos. Y necesitó de la capacidad de intimidación de Dumfries para recomponerse. El extremo del Inter se interpuso entre el balón y la cabeza de Hagi, al que le abrió una brecha en un codazo fortuito. Y después lesionó a Mogos tras un violento choque hombro-pecho que no se esperaba el lateral rumano. Iordanescu empujaba a los suyos desde el área técnica para que adelantaran la presión más cerca del área de Verbruggen porque se sucedían las imprecisiones del rival.
Pero los problemas duraron lo que tardó en aparecer Gakpo para alojar el balón en la red tras quebrar a Ratiu. Le salió un potente disparo a 112 km/h, pero Nita pudo hacer algo más para frenar el esférico que atravesó el espacio entre su cuerpo y el primer palo.
El tanto provocó una tímida reacción en el rival, que Man remató mal, y a partir de ahí la Oranje desplegó todo su potencial ofensivo gracias a los espacios que iba encontrando conforme avanzaba el cronómetro. Los espacios que dejaba el centro del campo amarillo los aprovechaban Schouten, Simons y Reijnders para progresar con el balón o buscar a Memphis o Gakpo. Estuvieron muy cerca de marcar De Vrij -de cabeza- o Van Dijk -que estrelló remate al palo-. Pero también hay que darle una mención especial a Dragusin o Nita que evitaron goles o pases de gol cuando el partido se rompía al toque de corneta de Países Bajos.
Koeman se desesperaba en la banda porque cada ocasión perdonada insuflaba vida a una selección rumana demasiado inocente en ataque. Sin embargo, fue Malen -que había entrado en la segunda parte- el que evitó la angustia final con un doblete balsámico.
Vía MARCA