James Rodríguez guarda en su bota izquierda una llave. La llave que abre la caja fuerte de los sueños de Colombia. El 10 se ha empeñado en recordarle al mundo su nombre, por si algún despistado creía que ya se había retirado o que se le había agotado la magia. Es, sin duda, el mejor jugador de lo que va de Copa América. Y a ver quién le dice ahora a la afición cafetera que, con James a este nivel y ya en semifinales, no sueñen con levantar el título.

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Tardó un cuarto de hora James en mandar a la lona a Panamá y meter a los suyos en semifinales. En el 8′ puso un córner perfecto a la cabeza de Jhon Córdoba, que entró como un tanque, agarrado por su defensor, para hacer bueno el centro desde la esquina del 10. Y en el 15′ definió a la perfección desde los once metros para convertir en gol un penalti cometido por el portero panameño Mosquera sobre Jhon Arias.

Panamá no se arrugó y buscó el área de Vargas. Estuvo tan cerca del gol como lo puede estar la misma línea que hay bajo el larguero, de donde sacó el meta colombiano un cabezazo de Miller que tocó el palo antes de viajar al centro de la portería. Pero Panamá se despistó una décima de segundo y en esas magnitudes tan pequeñas es donde mejor se mueven los genios. James le guiñó un ojo a 50 metros a Luis Díaz, sacó rápido una falta y le dejó solito ante Mosquera para que, con una suave vaselina, sentenciara el pase a semifinales antes incluso del descanso.

La segunda parte tuvo una doble función para los de Néstor Lorenzo. Dar algo de descanso a sus estrellas y seguir asustando al resto de supervivientes en la Copa América con el catálogo de amenazas de la selección colombiana. Richard Ríos hizo el cuarto con un zapatazo lejano, Miguel Borja hizo el quinto de penalti en el último suspiro y Vargas pudo dejar su portería a cero.

Cuando España perdió con Colombia en marzo, en Londres, nos echamos las manos a la cabeza y nos temimos lo peor de cara a la Eurocopa. Ahora los de Luis de la Fuente están en semifinales de la Euro dejando las mejores sensaciones del torneo y Colombia demuestra que lo que pasó aquella noche no fue casualidad. 27 partidos sin perder, James en modo MVP. Argumentos suficientes para soñar con algo grande.