Desde el extremo norte de Bolivia hasta el sur, la violencia hacia la mujer es un problema que persiste en el país y genera datos alarmantes, sin embargo, existen esfuerzos de activistas e instituciones que luchan contra este flagelo y trabajan por la prevención.

En el sur, la Secretaría de Desarrollo Humano de la Gobernación de Tarija registró en los primeros dos meses del año unos 2.700 casos de violencia, con lo cual se proyecta un incremento respecto a 2023 cuando había 4.700, reportó la periodista Elizabeth Rendiz de la Red ERBOL.

La activista del movimiento feminista Licas de Tarija, Fabiana Rivas, recomendó que para prevenir estos hechos se debe reconocer y estar alertas a cualquier signo, como gritos, que se van solapando, pero dañan de manera sutil.

“Los gritos van siendo cada vez más fuertes, si el manoseo va siendo cada vez más fuerte, si la falta de consentimiento también para tener relaciones sexuales, ni siquiera te pide un tipo de consentimiento, ya es una señal de alerta de que está sufriendo violencia y de que posiblemente puede llegar a un feminicidio”, explicó.

La violencia no sólo acaba con la vida de las mujeres, sino que afecta a todo su entorno. Las víctimas más vulnerables son las hijas y los hijos, que por lo general quedan huérfanos a cargo de la abuela materna que casi siempre es una adulta mayor con pocos recursos económicos.

“Lamentablemente del municipio, la gobernación no existe un sistema, no existe políticas públicas, no existe presupuestos para poder ver a estos niños y niñas”, señaló la activista.

Un caso dramático es el de una adolescente de 14 años, cuya madre fue víctima de feminicidio. La sentencia contra el autor fue emitida en febrero después de cinco años de juicio, pero el mismo día la joven fue encontrada sin vida en su habitación en un caso de suicidio.

En el norte del país, la violencia también es un problema latente. La directora de Género de la Alcaldía de Cobija, Romy Rojas, señaló que una de las principales causas es el factor económico y la desintegración familiar, reportó radio Frontera de la Red ERBOL. 

La funcionaria advirtió la persistencia de hechos de violencia psicológica, como insultos y humillaciones, además de la física y la violencia mediática.   

Para el capitán Juan Pablo Padilla, director departamental de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV), los casos de violencia también tienen su raíz en el consumo de bebidas alcohólicas.

Rojas que es preciso fortalecer el equipo policial de la FELCV y los servicios integrales municipales, para sensibilizar a la población, fortalecer el buen trato y los vínculos familiares.

En Pando, Daumar Gutañer es un ejemplo de haber sobrevivido un ciclo de violencia, para ahora ser voluntaria de la red de promotoras comunitarias de la Ley 348. Más allá de victimizarse, ella buscó ayuda y tomó decisiones.

“Mi hogar se había convertido en un campo de batalla, tanta vulneración, después de tanto maltrato estaba decidida no dejarme”, indicó.
 

Vía Erbol